Sybil by Benjamin Disraeli

Sybil by Benjamin Disraeli

autor:Benjamin Disraeli [Disraeli, Benjamin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1845-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 2

La mañana del mismo día que Egerton y su amigo, el señor Berners, caminaban juntos hacia la Cámara de los Comunes, como dijimos en nuestro último capítulo, Egremont acababa de visitar a su madre, que se había casado desde el comienzo de esta historia con el marqués de Deloraine, un gran noble que desde siempre le había profesado admiración. El primer fundador de la familia, en los primeros tiempos de nuestra historia, había sido un abogado. El actual lord Deloraine, aunque estaba condecorado con la orden de la Jarretera y había sido vicerrey en las colonias, era solamente el nieto de un abogado, pero de uno que conocía sus cualidades porque había pertenecido al cuerpo de abogados, y había muerto con el grado de ex canciller. La familia había heredado de él un cierto talento. El hijo del abogado había sido un cortesano fiel y había conseguido un puesto en el gobierno que le duró veinticinco años.

Era una máxima de la familia establecer grandes alianzas, de forma que la sangre fuera purificándose poco a poco y los contactos se hicieran siempre con arreglo al grado de poder e influencia. Así pues, fue un gran éxito que en solo dos generaciones con título pudieran conseguir la coronita de marqués. Sin embargo, al hijo del viejo canciller le tocó vivir tiempos convulsos, y emprendió la búsqueda de su deseado objeto con la misma devoción y paciencia con que el almirante lord Anson viajó para encontrar los galeones españoles. Al final, como ocurre cuando los hombres se mantienen firmes y serenos, lo consiguió. El actual marqués, a través de su padre y de su primera esposa, se había unido con las casas más influyentes del reino y tenía una relación de igual a igual. Por su aspecto noble, por la distinción de sus formas, podría haber sido considerado como la personificación de la aristocracia; su entrada en los sitios concitaba todas las miradas y su sonrisa ganaba todos los corazones. También era muy ilustrado y no carecía de buenas informaciones. Había leído un poco, y pensado un poco, y era bajo todo punto de vista un hombre de gran nobleza, tan reconocido por su buen trato con la gente honrada como por la constancia con que había cortejado a la encantadora lady Marney.

Lord Deloraine no era muy rico, pero no tenía apuros económicos y aparentaba poseer una riqueza principesca. Poseía una espléndida mansión familiar con un patio y, en el campo, una finca noble con un parque magnífico, incluyendo un lago muy celebrado, pero con muy pocas granjas alrededor. Sin embargo, los derechos sobre las tierras que había concedido el viejo canciller a sus descendientes le reportaban anualmente unos miles de libras. Su matrimonio con lady Marney era sobre todo un asunto de corazón, pero la constitución de esta importante sociedad marital no rebajaba el esplendor de su posición.

Fue este inminente enlace y la ansiedad que tenía lady Marney por arreglar los asuntos de Egremont antes de que se celebrase dicha unión,



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